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EL CHICO QUE SOÑABA CON UNA GUITARRA

La Voz de Galicia. Historias que contar. Miguel Teira, músico y profesor de música.

Hasta los 21 años no empezó a aprender a tocar, pero acabó siendo músico profesional.

(Redactado por Carlos Portolés. Ribeira, La Voz – Foto de Carmeia Queijeiro)

En los casi de 20 años que lleva enseñando, Miguel Teira ha tenido más de 60 alumnos.

Durante muchos años, para Miguel Teira la música no fue más que un lejano sueño. Primero probó con otros oficios, fuel albañil y marinero. Pero siempre tuvo una añoranza secreta, una determinación de esas que agarran el alma y no la sueltan. Vibraban en su mente las cuerdas de una guitarra imaginaria que marcaba ritmos imposibles y quiebros acrobáticos. Fue una atracción primaria e intuitiva, pues él nunca había recibido noción alguna de solfeo ni nada que se le parezca.

            A los 21 años, y después de mucho ahorrar, consiguió comprarse su primer instrumento. Siendo aún magros sus conocimientos técnicos, hizo los primeros pinitos apoyándose exclusivamente en su oído. Reproducía sus vinilos favoritos y trataba de imitar con sus cuerdas los sonidos que emitía el tocadiscos. “Tenía la inquietud de saber cómo se hacía exactamente eso que tanto me gustaba”, recuerda Miguel.

            Llegó un momento en el que su entusiasmo artístico estaba tan desbocado que se decidió a dar el salto que haría tangibles sus ensoñaciones. 17 largos años estudió música. La dedicación y la fuerza le abrieron camino. Aunque fue de arranque tardío, tuvo un despegue veloz. Y así la cuarta de las artes ganó un nuevo devoto.


            Toca profesionalmente desde 1998, los últimos 17 años con la orquesta Gran Parada. Porque, aunque en el presente su actividad principal es la enseñanza, en su propio Centro de Formación Musical “iMusic Factory” en Aguiño, nunca ha dejado los escenarios. Cree firmemente que estas experiencias lo convierten en mejor maestro. “Las tablas del directo siempre ayudan a ser lo más práctico posible con los alumnos”

            Quizás porque recuerda los tiempos en lo que se batía en duelo con viejos vinilos armado únicamente con la intuición de su oído, para Teira siempre ha sido fundamental que los pupilos tengan un contacto divertido con la música. Que el tener que enfrentarse a interminables nociones teóricas que dan vueltas y vueltas sobre su propio eje no les haga perder el interés.

Cada historia, un rostro.

La creatividad debe tener unas gotas de caos. “De todo lo que yo estudié y aprendí, trato de eliminar aquello que no sea esencial para el alumno. Acelerar el proceso para ellos”, explica. Su filosofía de transmitir solo cosas probadamente valiosas tiene resultados. A lo largo de su trayectoria como profesor musical, Miguel ha tutelado a más de 60 personas de la más heterogénea extracción. “Realmente he tenido de todo. Desde niños que estudian música clásica en el conservatorio y necesitan refuerzo hasta adultos que llegan porque quieren aprender rock. Incluso he dado clase a jubilados apasionados de la guitarra española”.

            Algunos de los que han recibido sus lecciones han acabado convirtiéndose en músicos profesionales. Miguel Teira, que los guía a todos con tesón y paciencia, siente un orgullo especial cada vez que ve a un alumno llegar lejos. Dicen por ahí que los mejores maestros son los que comparten los fracasos y los éxitos de sus discípulos.

            “Hay dos cosas que me gratifican especialmente. Una es cuando alguno de ellos acaba graduándose en el conservatorio. Otra es cuando los veo hacer cosas como sacar discos propios o tocar en una banda”.

            Se le vienen muchos casos a la mente. Cada uno con su historia y su rostro particular. Por ejemplo, recuerda con cariño a un chico de apenas ocho años, que empezó a ir a sus clases porque estaba teniendo muchas dificultades con los cursos del conservatorio. Después de años y tropezones, aquel chaval consiguió acabar sus estudios de grado profesional en el conservatorio y convertirse en un excelente guitarrista.

            Desde la docencia también se extraen lecciones. Miguel se ha forjado unos sólidos principios que son el resultado de toda una vida dedicada a la mayor de sus pasiones. Es casi imposible hacerle perder los nervios. Está demasiado curtido. “De los alumnos se aprende mucho. Me han enseñado a tener paciencia. Hay que potenciar a través de la repetición. Conseguir que mecanicen los movimientos”.

            Su viaje ha sido largo, pero todavía le quedan muchas notas por tocar. Tiene ritmo para rato.

2 comentarios en «EL CHICO QUE SOÑABA CON UNA GUITARRA»

    1. Sabes que eres bienvenido en el centro y que formas parte de lo que a día de hoy se convirtió en iMusic Factory. Espero impaciente tu visita, y tienes que recoger un regalo así que yo también estoy en deuda contigo 😉

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